5 de diciembre de 2018

AVISO 5° HUMANÍSTICO

Alumnos de 5° Humanístico: el temario para el examen está fechado el 25 de octubre, en él están todos los temas para el examen, respeté los temas de la primera y segunda prueba para que puedan organizarse.
Giovanna

3 de diciembre de 2018

TEMARIO 6° 1 EXAMEN


TEMARIO EXAMEN LITERATURA 6b1




Tema 1: 
PRE ROMANTICISMO.
El alumno debe presentarse en forma individual con todos los textos trabajados en el curso.
El temario corresponde tanto a la prueba complementaria oral como al examen completo de él se proponen los temas a preguntar. 


1Pre romanticismo. Panorama informativo sobre el pre romanticismo alemán. El Sturn und Drung.  (se pide concreción y precisión en la ubicación y definición de los movimientos. 
Las cuitas del joven Werther.  Estructura de la novela. La estructura autobiográfica.
   "Las cuitas del joven Werther" análisis de selección de cartas: 10 de mayo, 12 de mayo. 26 de mayo. 26 de mayo .16 de junio. 22 de agosto. Del lector al lector.. 12 de diciembre.. El final de la novela. La naturaleza pre romántica. 

2 Romanticismo Concepto de romanticismo y características. 
Ubicación de Poe en el panorama de la literatura norteamericana. Los temas del romanticismo en el autor. Lectura de Filosofía de la composición. Análisis del poema "El cuervo"
El análisis de este poema se realiza reconociendo dos momentos:
Preparación del ambiente (desde el comienzo del poema hasta la llegada del cuervo)
Llegada del cuervo.Significación del cuervo. El diálogo con el yo lírico. Se trabajará aplicando los conceptos de "Filosofía de la composición"

3: Realismo La literatura de la segunda mitad del siglo XIX: el realismo de siglo XIX. Características del movimiento. Siempre se considerará la relación entre un movimiento literario y otro. 
Realismo Madame Bovary
Estructura de la novela, personajes, temas, sub título, ubicación dentro del realismo.
Libro I: presentación de Charles Bovary: características del realismo aplicadas al inicio de la novela.
Capítulo V: Emma Bovary como lectora de novelas románticas. La influencia de la lectura en el personaje. Antecedentes.
Libro II: si bien se propone , tal como se ha hecho en clase un recorrido por todo el libro el análisis se centrará en los siguientes capítulos del libro:
Capítulo I II llegada a Yonville. Aparición aprupta de León.
Capítulos V al  VII: el conflicto emocional de Emma. La partida de León. La aparición de Rodolphe.


4, El teatro de los siglos XIX y XX:  Casa de muñecas Henry Ibsen Concepto de drama.
Características del teatro de Eugene Ionesco. Estudio Casa de muñecas.
 Analisis del personaje de Nora durante el acto I : diálogo inicial entre Nora y Torvaldo.
Diálogo de Nora y Cristina: unión de pasado y presente. 

5. Narrativa latinoamericana del siglo XX: El docente llevará los trabajos realizados como segunda prueba parcial para que el alumno responda ante su trabajo de acuerdo a lo elaborado en el mismo. No se preguntará nada que no haya sido abordado por el alumno en su elaboración.




27 de noviembre de 2018

TEMARIO 4° AÑO LITERATURA 2018


TEMARIO EXAMEN 4 AÑO LITERATURA CURSO 2018

                                                   Prof: Giovanna Piceda

Fecha de examen: 7 de diciembre
Hora de apoyo: Miércoles 5 de diciembre 10:00hrs. 

Los alumnos deben presentarse al examen tanto oral como escrito con sus propios textos y su cuaderno con el registro de todo el año de clase. 
Los alumnos que poseen calificación de 5 deben rendir una prueba complementaria oral donde expondrán sobre los temas que a continuación se detallan. Los alumnos con calificación de 4 primero realizan un trabajo escrito para luego tener derecho al oral.
El temario es el mismo para ambas categorías pues comprende lo dictado en el curso, varía en su exposición en oral y en su desarrollo por escrito de los temas. 
Se trabajará de la misma manera que en el curso por lo tanto se valorará el registro de apuntes del año por parte del propio estudiante y la apropiación de los textos.
Todo el material de estudio se encuentra en el siguiente blog trabajado durante todo el curso. 

Textos obligatorios: 
  • Romance del Conde Claros (4°4)
  • Romance de Gerineldo y la infanta (4°3- 4°7)
  • Romance del veneno de Moriana (4°3- 4°7)
  • Romance de "La casada infiel" Federico García Lorca.
  • "La casa de Bernarda Alba" Federico García Lorca.
  • "La vida de Lazarillo de Tormes de sus fortunas y adversidades" Anónimo
  • "Pichis" Martín Lasalt.


                                        Dos ejes temáticos desarrollados: 
1. El amor y la pasión. 
Los textos siempre se considerarán de acuerdo al eje temático abordado.

Romances del siglo XV
Ubicación en la Edad Media. Definición métrica y temáticas de los romances ¿Qué son los romances? Clasificación. Características. La labor del juglar y los trovadores. Versificación de los romances. 
El siguiente temario corresponde tanto a los alumnos que dan prueba oral como los alumnos que deben realizar la prueba escrita a partir de uno de estos temas propuestos. 

Análisis de:
Romance del Conde Claros (para 4°4)
  • Preparación del conde.
  • Llegada al palacio
  • Encuentro con la infanta.
  • Castigo del rey. Descripción de la caída del conde.
  • Final.
Romance de Gerineldo y la infanta (para 4°3- 4°7
Lectura completa del romance y análisis reconociendo los diferentes momentos trabajados en clase. El alumno debe mostrar conocimiento de los textos en forma completa.
Insinuación de la infanta.
Reacción de Gerineldo.
Descripción del encuentro amoroso.
Sueño premonitorio del rey.
Reacción del rey y final
 Romance "El veneno de Moriana" (4°3- 4°7)
Lectura y análisis completo del romance a partir de Moriana como mujer hechicera. Comparación entre ambos personajes femeninos.

Romance "La casada infiel" Federico García Lorca.
Biografía de García Lorca para ubicar en su época. Romances viejos y nuevos.
Características de Romancero Gitano de García Lorca. Palabras del autor con respecto al mundo gitano.
Lectura y análisis del romances considerando los siguientes aspectos:
Estructura del romance
Momentos reconocidos del mismo
La voz del gitano
La descripción de la mujer (lenguaje poético  - recursos estilísticos
El regalo del gitano.
El pensamiento del gitano sobre el encuentro. 

"La casa de Bernarda Alba" Federico García Lorca.
Información sobre la obra como último drama escrito por el autor. Estudio del título. Género (drama) Definición de drama. Sub título de la obra. estructura .Personajes temas.

Acto I: presentación de la obra. El duelo. Actitud de Adela en este primer acto ante el luto impuesto por Bernarda.
Acto II: el conflicto. Diálogo de Adela con La Poncia. 
Acto III: el desenlace: Diálogo de Martirio con Adela. Interpretación del final.
Se debe trabajar con conocimiento del texto reconociendo los parlamentos más importantes de los personajes en los temas propuestos y seleccionando citas textuales
Las palabras de Adela con respecto a su pasión por Pepe. La mención a diferentes animales. Las exageraciones.

                                                     SEGUNDO EJE TEMÁTICO
                                                         LA SOBREVIVENCIA.

La vida de Lazarillo de Tormes de sus fortunas y adversidades.
Delimitación de la época Siglo de Oro Español. Características de la novela picaresca.
Definición de pícaro (la misma se encuentra en el blog y fue propuesta para la prueba)
El tema del autor. Estructura de la novela .
¿Por qué comparamos el Lazarillo como novela con Pichis de Martín Lasalt? Se valorará la lectura de esta última novela.

  • Estudio y análisis del prólogo.
  • El tema del hambre a partir de un recorrido por ambos textos: la infancia de Lázaro - el tema del padrastro - episodio de la longaniza - el pan y el arca - episodio de los panchos - episodio de la milanesa ( ellos son algunos de los fragmentos que se pueden trabajar, si se ha leído más de ambas novelas para desarrollar este tema será valorado. 
  • El aprendizaje de Lázaro con el ciego. el golpe inicial y el golpe final¿Qué aprendió Lázaro del ciego? ¿Cómo lo recuerda al ciego?
  • La decepción de los personajes ante la sociedad: Lázaro y el encuentro con el escudero en el tratado III y encuentro de La Chola y el Cholo con el diablo en el capítulo 7.
  • Evolución de Lázaro a través de los tratados VI y VII.¿en qué aspectos Lázaro se diferencia de la definición de pícaro trabajada en clase.?

25 de octubre de 2018

5° Humanístico. . TEMARIO EXAMEN

 TEMARIO EXAMEN 5° HUMANÍSTICO. 

El alumno debe concurrir al examen con todo el material de estudio trabajado en el curso, fundamentalmente los textos que deberán ser presentados en el examen en forma individual.
TRAGEDIA GRIEGA.

ANTÍGONA. SÓFOCLES

introducción a tragedia griega. Orígenes de la tragedia griega. El ditirambo dionisíaco. Nacimiento de la tragedia a partir de Tespis. El teatro en el siglo V AC El tiempo de Pericles. El auge del teatro griego. Los concursos dramáticos. Los teatros griegos y su estructura. Lectura de los capítulos 1,2,3, de la Poética respecto al arte como mímesis y los diferentes criterios de diferenciación de las artes. Definición de tragedia. Estructura de la tragedia. El héroe trágico. Innovaciones realizadas por los tres grandes clásicos griegos. La leyenda de Antígona. La versión que recoge Sófocles.
Estudio del prólogo de la obra: funciones del prólogo. Diálogo entre Antígona e Ismena.  El diálogo estíquico entre ambas. Exposición del conflicto. Caracterización de los personajes. La desobediencia de Creonte y la desobediencia de Antígona. Concepto de hybris.
Episodio I: diálgo entre Creón y el pueblo. Aparición del centinela.
Episodio II:reaparición del centinela. Aparición de Antígona. Agón o duelo verbal entre Antígona y Creonte. 
Episodio IV: aparición del personaje adivino de Tiresias.
Episodio V: lamento de Antígona. ¿hay arrepentimiento en el personaje?
Exodo. El reconocimiento o aganórisis de Creón.

LITERATURA HEBREA
BIBLIA


Biblia. Características del Antiguo y Nuevo testamento. La poesía hebrea y la prosa hebrea. 
Análisis del Libro de Ruth. Los cuatro capítulos del libro. Estudio del personaje de Ruth. (se deben estudiar los cuatro capítulos que comprende el libro.

Análisis Salmo I.
Lectura de "las parábolas de la Misericordia" del Nuevo Testamento. Evangelio según Lucas.


                                                     LITERATURA SIGLO XIV
DIVINA COMEDIA. DANTE ALIGHIERI
Divina Comedia Dante Alighieri.
Ubicación de Dante en su época. El Renacimiento. Rasgos renacentistas en la obra. El antropocentrismo frente al teocentrismo medieval. Lectura del comienzo de La vida nueva como obra que adelante la Divina Comedia.Estructura de la obra. Personajes legendarios y contemporáneos. Título. Versificación..
Análisis de los cantos I V XXVI del infierno.
Aparición de Beatriz en el canto XXX del purgatorio. Relación con la descripción de Beatriz en" La vida nueva". 

Teatro isabelino:: William Shakespeare Hamlet.
Características y definición de una tragedia shakespereana. Comparación con la tragedia griega. (el material está en biblioteca sobre dicha información. 
Análisis de los monólogos I II y  del personaje de Hamlet. 

En el examen se realizará preguntas de comprensión lectora del capítulo I de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" de Miguel de  Cervantes. que se adjunta en el correo.
Giovanna


7 de octubre de 2018

6°B1 Fragmento Madame Bovary (Emma y Rodolphe)


                              MADAME BOVARY. fragmento capítulo 9 Libro II

Rodolfo y Ernma siguieron así el lindero del bosque. Ella se volvía de vez en cuando a fin de evitar su mirada, y entonces no veía más que los troncos de los abetos alineados, cuya suce­sión continuada le aturdía un poco. Los caballos resoplaban. El cuero de las sillas crujía.
En el momento en que entraron en el bosque salió el sol.
‑¡Dios nos protege! ‑dijo Rodolfo.
‑¿Usted cree? ‑dijo ella.
‑¡Avancemos!, ¡avancemos! ‑replicó él.
Chasqueó la lengua. Los dos animales corrían. Largos helechos a orilla del camino prendían en el estribo de Emma. Ro­dolfo, sin pararse, se inclinaba y los retiraba al mismo tiempo. Otras veces, para apartar las ramas, pasaba cerca de ella, y Emma sentía su rodilla rozarle la pierna. El cielo se había vuelto azul. No se movía una hoja. Había grandes espacios lle­nos de brezos completamente floridos, y mantos de violetas al­ternaban con el revoltijo de los árboles, que eran grises, leona­dos o dorados, según la diversidad de los follajes. A menudo se oía bajo los matorrales deslizarse un leve batir de alas, o bien el graznido ronco y suave de los cuervos, que levantaban el vuelo entre los robles. Se apearon. Rodolfo ató los caballos. Ella iba delante, sobre el musgo, entre las rodadas.
Pero su vestido demasiado largo la estorbaba aunque lo lle­vaba levantado por la cola, y Rodolfo, caminando detrás de ella, contemplaba entre aquella tela negra y la botina negra, la delicadeza de su media blanca, que le parecía algo de su desnu­dez. Emma se paró.
‑Estoy cansada ‑dijo.
‑¡Vamos, siga intentando! ‑repuso él‑. ¡Ánimo!
Después, cien pasos más adelante, se paró de nuevo; y a tra­vés de su velo, que desde su sombrero de hombre bajaba obli­cuamente sobre sus caderas, se distinguía su cara en una trans­parencia azulada, como si nadara bajo olas de azul.
‑¿Pero adónde vamos?
Él no contestó nada. Ella respiraba de una forma entrecor­tada. Rodolfo miraba alrededor de él y se mordía el bigote.
Llegaron a un sitio más despejado donde habían hecho cor­tas de árboles. Se sentaron sobre un tronco, y Rodolfo empezó a hablarle de su amor.
No la asustó nada al principio con cumplidos. Estuvo tran­quilo, serio, melancólico.
Emma le escuchaba con la cabeza baja, mientras que con la punta de su pie removía unas virutas en el suelo.
Pero en esta frase:
‑¿Acaso nuestros destinos no son ya comunes?
‑¡Pues no! ‑respondió ella‑. Usted lo sabe bien. Es im­posible.
Emma se levantó para marchar. Él la cogió por la muñeca. Ella se paró. Después, habiéndole contemplado unos minutos con ojos enamorados y completamente húmedos, le dijo viva­mente:
‑¡Vaya!, no hablemos más de esto... ¿dónde están los caba­llos? ¡Volvámonos!
Él tuvo un gesto de cólera y de fastidio. Ella repitió:
‑¿Dónde están los caballos?, ¿dónde están los caballos?
Entonces Rodolfo, con una extraña sonrisa y con la mirada fija, los dientes apretados, se adelantó abriendo los brazos. Ella retrocedió temblando. Balbuceaba:
‑¡Oh! ¡Usted me da miedo! ¡Me hace daño! Vámonos.
Y él se volvió enseguida respetuoso, acariciador, tímido.
‑Ya que no hay más remedio ‑replicó él, cambiando de talante.
Emma le ofreció su brazo. Dieron vuelta. Él decía:
‑¿Qué le pasaba? ¿Por qué? No la he entendido. Usted se equivoca conmigo sin duda. Usted está en mi alma como una madona sobre un pedestal, en un lugar elevado, sólido a inma­culado. Pero la necesito para vivir. ¡Necesito sus ojos, su voz, su pensamiento! ¡Sea mi amiga, mi hermana, mi ángel!
Y alargaba el brazo y le estrechaba la cintura. Ella trataba débilmente de desprenderse. Él la retenía así, caminando.
Pero oyeron los dos caballos que ramoneaban el follaje.
‑¡Oh!, un poco más ‑dijo Rodolfo‑. ¡No nos vayamos!, ¡quédese!
La llevó más lejos, alrededor de un pequeño estanque, don­de las lentejas de agua formaban una capa verde sobre las on­das. Unos nenúfares marchitos se mantenían inmóviles entre los juncos. Al ruido de sus pasos en la hierba, unas ranas salta­ban para esconderse.
‑Hago mal, hago mal ‑decía ella‑. Soy una loca hacién­dole caso.
‑¿Por qué?... ¡Emma! ¡Emma!
‑¡Oh, Rodolfo!... ‑dijo lentamente la joven mujer apoyán­dose en su hombro.
La tela de su vestido se prendía en el terciopelo de la levita de Rodolfo; inclinó hacia atrás su blanco cuello, que dilataba con un suspiro; y desfallecida, deshecha en llanto, con un largo estremecimiento y tapándose la cara, se entregó.
Caían las sombras de la tarde, el sol horizontal que pasaba entre las ramas le deslumbraba los ojos. Por un lado y por otro, en torno a ella, en las hojas o en el suelo, temblaban unas manchas luminosas, como si unos colibríes al volar hubiesen esparcido sus plumas. El silencio era total; algo suave parecía salir de los árboles; Emma se sentía el corazón, cuyos latidos recomenzaban, y la sangre que corría por su carne como un río de leche. Entonces oyó a lo lejos, más a11á del bosque, so­bre las otras colinas, un grito vago y prolongado, una voz que se perdía y ella la escuchaba en silencio, mezclándose como una música a las últimas vibraciones de sus nervios alterados. Rodolfo, con el cigarro entre los dientes, recomponía con su navaja una de las riendas que se había roto.
Regresaron a Yonville por el mismo camino, volvieron a ver sobre el barro las huellas de sus caballos, unas al lado de las otras, y los mismos matorrales, las mismas piedras en la hierba. Nada había cambiado en torno a ellos; y sin embargo, para ella había ocurrido algo más importante que si las monta­ñas se hubiesen desplazado. Rodolfo de vez en cuando se incli­naba y le tomaba la mano para besársela.
¡Estaba encantadora a caballo! Erguida, con su talle fino, la rodilla doblada sobre las crines del animal y ligeramente colo­reada por el aire libre sobre el fondo rojizo de la tarde.
Al entrar en Yonville caracoleó sobre el pavimento.
Desde las ventanas la miraban.
Su marido en la cena le encontró buen aspecto; pero ella pa­reció no oírlo cuando le preguntó sobre su paseo; y siguió con el codo al borde de su plato, entre las dos velas encendidas.
‑¡Emma! ‑dijo él.
‑¿Qué?
‑Bueno, he pasado esta tarde por casa del señor Alexan­dre; tiene una vieja potranca todavía muy buena, con una pe­queña herida en la rodilla solamente, y que nos dejarían, estoy seguro, por unos cien escudos...
Y añadió:
‑Incluso pensando que te gustaría, la he apalabrado..., la he comprado... ¿He hecho bien? ¡Dímelo!
Ella movió la cabeza en señal de asentimiento; luego, un cuarto de hora después:
Sales esta noche? ‑preguntó ella.
‑Sí, ¿por qué?
‑¡Oh!, nada, nada, querido.
Y cuando quedó libre de Carlos, Emma subió a encerrarse en su habitación. Al principio sintió como un mareo; veía los árboles, los caminos, las cunetas, a Rodolfo, y se sentía todavía estrechada entre sus brazos, mientras que se estremecía el fo­llaje y silbaban los juncos.
Pero al verse en el espejo se asustó de su cara. Nunca había tenido los ojos tan grandes, tan negros ni tan profundos. Algo sutil esparcido sobre su persona la transfiguraba.
Se repetía: «¡Tengo un amante!, ¡un amante!», deleitándose en esta idea, como si sintiese renacer en ella otra pubertad. Iba, pues, a poseer por fin esos goces del amor, esa fiebre de felicidad que tanto había ansiado.
Penetraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éx­tasis, delirio; una azul inmensidad la envolvía, las cumbres del sentimiento resplandecían bajo su imaginación, y la existencia ordinaria no aparecía sino a to lejos, muy abajo, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas.
Entonces recordó a las heroínas de los libros que había leído y la legión lírica de esas mujeres adúlteras empezó a cantar en su memoria con voces de hermanas que la fascinaban. Ella ve­nía a ser como una parte verdadera de aquellas imaginaciones y realizaba el largo sueño de su juventud, contemplándose en ese tipo de enamorada que tanto había deseado. Además, Emma experimentaba una satisfacción de venganza. ¡Bastante había sufrido! Pero ahora triunfaba, y el amor, tanto tiempo contenido, brotaba todo entero a gozosos borbotones. Lo sa­boreaba sin remordimiento, sin preocupación, sin turbación alguna.
El día siguiente pasó en una calma nueva. Se hicieron jura­mentos. Ella le contó sus tristezas. Rodolfo le interrumpía con sus besos; y ella le contemplaba con los párpados entornados, le pedía que siguiera llamándola por su nombre y que repitiera que la amaba. Esto era en el bosque, como la víspera, en una cabaña de almadreñeros. Sus paredes eran de paja y el tejado era tan bajo que había que agacharse. Estaban sentados, uno junto al otro, en un lecho de hojas secas.
A partir de aquel día se escribieron regularmente todas las tardes. Emma llevaba su carta al fondo de la huerta, cerca del río, en una grieta de la terraza. Rodolfo iba a buscarla a11í y co­locaba otra, que ella tildaba siempre de muy corta.
Una mañana en que Carlos había salido antes del amanecer, a Emma se le antojó ver a Rodolfo al instante. Se podía llegar pronto a la Huchette, permanecer a11í una hora y estar de vuel­ta en Yonville cuando todo el mundo estuviese aún durmien­do. Esta idea la hizo jadear de ansia, y pronto se encontró en medio de la pradera, donde caminaba a pasos rápidos sin mirar hacia atrás.
Empezaba a apuntar el día. Emma, de lejos, reconoció la casa de su amante, cuyas dos veletas en cola de milano se re­cortaban en negro sobre el pálido crepúsculo.
Pasado el corral de la granja había un cuerpo de edificio que debía de ser el palacio. Ella entró como si las paredes, al acer­carse ella, se hubieran separado por sí solas. Una gran escalera recta subía hacia el corredor. Emma giró el pestillo de una puerta, y de pronto, en el fondo de la habitación, vio a un hombre que dormía. Era Rodolfo. Ella lanzó un grito.
‑¡Tú aquí! ¡Tú aqul! ‑repetía él‑. ¿Cómo has hecho para venir?... ¡Ah!, ¡tu vestido está mojado!
‑¡Te quiero! ‑respondió ella pasándole los brazos alrede­dor del cuello.
Como esta primera audacia le había salido bien, ahora cada vez que Carlos salía temprano, Emma se vestía deprisa y baja­ba de puntillas la escalera que llevaba hasta la orilla del agua.
Pero cuando la pasarela de las vacas estaba levantada, había que seguir las paredes que se extendían a lo largo del río; la orilla era resbaladiza; ella, para no caer, se agarraba con la mano a los matojos de alhelíes marchitos. Después atravesaba los terrenos labrados donde se hundía, se tambaleaba y se le enredaban sus finas botas. Su pañoleta, atada a la cabeza, se agitaba al viento en los pastizales; tenía miedo a los bueyes, echaba a correr; llegaba sin aliento, con las mejillas rosadas y exhalando un fresco perfume de savia, de verdor y de aire li­bre. Rodolfo a aquella hora aún estaba durmiendo. Era como una mañana de primavera que entraba en su habitación.
Las cortinas amarillas a lo largo de las ventanas dejaban pa­sar suavemente una pesada luz dorada. Emma caminaba a tientas, abriendo y cerrando los ojos, mientras que las gotas de rocío prendidas en su pelo hacían como una aureola de topa­cios alrededor de su cara. Rodolfo, riendo, la atraía hacia él y la estrechaba contra su pecho.
Después, ella examinaba el piso, abría los cajones de los muebles, se peinaba con el peine de Rodolfo y se miraba en el espejo de afeitarse. A veces, incluso, metía entre sus dientes el tubo de una gran pipa que estaba sobre la mesa de noche, en­tre limones y terrones de azúcar, al lado de una botella de agua.
Necesitaban un buen cuarto de hora para despedirse. En­tonces Emma lloraba; hubiera querido no abandonar nunca a Rodolfo. Algo más fuerte que ella la empujaba hacia él, de tal modo que un día, viéndola aparecer de improviso, él frunció el ceño como alguien que está contrariado.
‑¿Qué tienes? ‑dijo ella‑. ¿Estás malo? ¡Háblame!
Por fin, él declaró, en tono serio, que sus visitas iban siendo imprudentes y que ella se comprometía.

5°H1 Libro VI La Eneida. (fragmento)


                                         CURSO LITERATURA 5° HUMANISTICO 1.
                         DANTE LA DIVINA COMEDIA. CANTO III INFIERNO.     
                                           LIBRO VI    LA ENEIDA. VIRGILIO.
LX.
Parte de allí para Aqueron camino
Vasto abismo que en lecho hondo de cieno
Hierve, y en el Cocito de contino
El arena descarga de su seno.
Guardián del territorio convecino,
El mustio rio y márgen inameno
El barquero Caron adusto cuida
Con ceño horrible y faz descolorida.
LXI.
El cual sucia caer al pecho deja
La blanca barba; es fuego su mirada;
Cuélgale de los hombros rota y vieja
Con un nudo su túnica enlazada;
Con tardas velas y un varal maneja
El ferrugíneo barco en que traslada
Los muertos: es su edad, si bien anciana,
Vejez propia de un Dios, recia y lozana.
LXII.
Allí, nube de imágenes ligera,
Cuantos dejan del suelo las mansiones
Vuelan sobre la fúnebre ribera:
Austeras madres; nobles campeones;
Virgenes que en su dulce primavera
Segadas fueron; cándidos garzones
A quienes ya cabe la alzada pira
Lloró el padre infeliz que arder les mira,
LXIII.
Tantos van los espíritus y tales,
Como las hojas que en la selva, al hielo
De los últimos días otoñales
Ruedan precipitadas por el suelo;
O cual, climas buscando más geniales,
A traves de la mar en largo vuelo,
Del tiránico invierno desterradas,
Huir vemos las aves en bandadas.

FRAGMENTO LIBRO VI  LA ENEIDA.

4 de octubre de 2018

4° ORIGEN DE LA PALABRA PICARO.

2. ETIMOLOGIA  DE LA PALABRA «PíCARO»

En el siglo XVI empieza a emplearse la palabra
«pícaro»: aparece por primera vez en la Farsa Custodia, de
Bartolomé Palau(22), obra escrita entre 1541 y 1547, en la forma de
“picarote”, con sufijo apocoristico. Un año después, en la Carta del
bachiller de Arcadia al capitán Salazar~23~, se encuentra la locución
“pícaros de corte”: «Cuando el sol muestra su cara de oro,
igualmente la muestra a los pícaros de la Corte, como a los
cortesanos della». Por fin, la forma “pícaro~~ aparece en una carta
de Eugenio de Salazar hacia 1560. Aunque el texto es bastante largo,
lo citaremos para comprender mejor el contexto de la palabra
,, ,
picaro
El henchimiento y authoridad de la corte es cosa muy de ver.
Porque está tan llena de las personas reales, de prelados, de
dignidades, de sagerdotes, de relligiosos, de señores, de
caualleros, de justi~ias, de letrados, de escuderos, de
negogiantes, pleytantes, tratantes, offigiales y menestrales,
que es cosa de admiración: y como no todo el edifiqio puede ser
de buena cantería de piedras cresgidas, fuertes y bien
labradas, sino que con ellas se ha de mezclar mucho cascajo,
guijo y callao, assi en esta máchina entre las buenas piegas
del ángulo ay mucha froga y turronada de bellacos, perdidos,
faginorosos, homigidas, ladrones, capeadores, tahures,
fulleros, engai’¶adores, embaucadores, aduladores, regatones,
falsarios, rufIanes, pícaros, bagamundos y otros malhechores
tan amigos de hazer mal como lo era Cimón atheniense, y es
nuestro conosgido el benefIciado de no hazer bien(24).
Anteriormente, el término más usual era el de “ganapán”
que se encuentra entre las fechas de 1458 a 1473 y en 1492:
Especialmente Roman
contra vos lleno denojos,
que os llama ganapan. . ¿25).
Luego se generalíza el término “pícaro”. Pícaros eran, en
un principio, los criados y escuderos. En la «Sátira por símiles y
comparaciones contra los abusos de la Corte» de Eugenio de Salazar
se describe en verso al médico así:
Y para que este tono se sostenga,
De un pícaro de Corte se acompaña,
Que no escusa la mula quien la tenga(26)
Y Hurtado de Mendoza, en su Sátira contra las damas
expresa así: «un cocinero, un pícaro, un lacayo». El “pícaro de
cocuy” fue pronto un tipo de sirviente bien definido~27~; también
los “mozos de esportiíía~t(28). Luego hacia 1560, como hemos
mencionado arriba en la carta de Salazar, nos da plenamente la
sensación del pícaro, como elemento que surge en la vagancia,
abundancia y vida muelle de las grandes ciudades:
Dabale mucho gusto el ver á la orilla del río tanta chusma de
gente, tanto concurso de picaros, bribones, negros, negras
desnudas.. .(29).
Según Corominas, en los primeros tiempos, su matiz peyorativo
se refiere más bien a la situación social de un personaje que
a su carácter moral:
es verdad que normalmente se pensaba en un aspecto harapiento
y en la falta de un oficio u ocupación permanente, y aunque el
pordiosero, el vagabundo, la muchacha liviana, el ladronzuelo
y el “buscón” eran pícaros típicos, no se descartaba el que el
pícaro trabajase en menesteres despreciados y más o menos
transitorios, pero honestos, como esportillero, criado de un
pobre, recadero, mozo de jábega o de ~ pinche de
cocina y aun matarife o ayudante de verdugo
Desde Mateo Alemán, todos los héroes de este tipo de
novela reciben invariablemente el nombre de pícaros. Pero, al
principio, el pícaro no nació como una ficción literaria sino que
perteneció a una realidad social. Así dentro de la importancia
asignada al tipo social y literario, las obras literarias fueron
marcando su particularidad, a través de su práctica y continuación, a
ese pícaro del cual partían.
Mucho se ha discutido sobre el origen o etimología de la
palabra “pícaro~~. Rafael Salillas afirma : «En ¡ni opinión, pícaro
deriva de “picar”, y literalmente lo demuestra el haber llamado
“pícaro de cocina al “pinche”(de pinchar) »kJ~-I Este étimo,
“picar”, fue aceptado por Chandler(32) sanvisenti~~~~ y Maldonado de
cuevara~~4~ y Joan Corominas(35) Sin embargo, esta hipótesis tiene
pocos defensores en la actualidad. La etimología de “picardía”, ya
sugerida por Covarrubias~, parece más
aceptada recientemente. Según Nykl «pícaro» y «picardía» vienen
de este nombre geográfico, por la fama de los hechos de armas de la
época en que Picardía y Flandes tuvieron un papel destacado. Sobre
Picardía surgió la expresión «vivir como un picardo o pícaro» para
designar la vida de un soldado de fortuna. Fonger de Haan(38) y
noniíía~39~ propusieron un étimo árabe, pero no parece que tengan
fundamentos por razones fonéticas~40~. Por otra parte, Alonso
Cortés~41~ es partidario de que el origen de «pícaro» es la palabra
«bigardo» y asocia el término «bigardo» con aquellos clérigos que

llevaban una vida disoluta. «Bigardo» llegó a significar «vago y
vicioso». García de Diego(42) ofrece también, por su parte, la
palabra «bigardia», explicando que los frailes bigardos eran conocidos
por su astucia, ingenio y trucos y que por extensión,
«bigardo», se aplicaba a personas que eran como ellos en lo
relativo a vagabundeos, fraudes, engaños, etc.
Aparte de todo esto, tenemos otros intentos de biisqueda
del origen de la palabra «pícaro»: la secta religiosa de los
Pickard (de Pedro Waldo) que floreció en Bohemia en la primera parte
del s. xví~43~; el origen vasco “pico” (44); el o rigen flamenco
“picker”, que significa «picapedrero, segador, ladrón, latero»; el
origen griego “pikros”, que significa «agudo y picante, agrio y
áspero, duro y cruel, cortante u odioso, etc»~45~; el origen
literario<46 a="" embargo="" etc.="" fon="" interpretaci="" n="" p="" sin="" tica="">pesar de todo este esfuerzo de buscar una etimología adecuada para la
palabra “pícaro”, todo resulta conjetural y lo único indudable es que
el sustantivo “pícaro” fue pronto empleado para designar al
buscavidas o ganapán; por extensión, al mozo o escudero.
3. CARACTERISTICAS DE LA NOVELA PICARESCA

La originalidad de la novela picaresca fue llevar a la
literatura a personajes innobles y de ínfimos estratos sociales. Las
novelas de vagabundos, pícaros y mendigos existían en toda la
literatura europea. Pero sólo en España se han llegado a constituir
en género. En este aspecto, hay varias interpretaciones acerca de
cómo surgió la novela picaresca.

Algunos críticos piensan que el hambre es el motivo
central y, por lo tanto, las novelas picarescas ofrecen unas valiosas
informaciones documentales de la vida española de su época.
MenéMez Pelayo define la novela picaresca como «la
epopeya cómica de la astucia y del hambre»~48~. Bonilla también cree
que la novela picaresca demuestra la vida española, aproximadamente
unos cien años, desde 1554, la aparición del Lazarillo de Tormes
hasta 1646, la de Estebanillo Gonzáiez~~. Identifica la filosofía
del pícaro con los acontecimientos históricos y sociológicos de
aquella época~Y Chandier, por su parte, dice que el pícaro no es más que
un pretexto para la descripción de la sociedad y sus maneras. La
sociedad es el asunto dominante. Las condiciones sociales y
económicas negativas de España de los siglos XVI y XVII fueron las
bases de la literatura que expresaba una idea sociológica. La
decadencia de España ofrecía el material necesario para crear una
ficción correctiva. Así, las novelas picarescas españolas son
estudios de costumbres, no de caracteres: observación y pintura de
los hechos externos. Según él, el espíritu de la historia del anti—
héroe era por necesidad satírico y corrector. Se pinta el mundo de la
actualidad como algo atacable~



4° ¿Qué es un pícaro?


                       
                          ¿QUÉ ES UN PÍCARO?


   
  “El pícaro del siglo XVII es un mozo nacido casi siempre de padres pobres y de baja extracción, rara vez honrados, el cual por culpa de malas compañías o por falta de instrucción, al verse lanzado a la confusión de la vida y entregado a sí mismo, cae en la vagancia, se aparta del trabajo y lucha contra la vida como puede, con osadía y falta de escrúpulos, con engaños, malicias y malas artes … Su distintivo exterior es el aspecto andrajoso, pero no la deformidad física, sus ocupaciones son el pedir limosna, los bajos trabajos de ocasión, el vagar perezosamente de ciudad en ciudad … su carácter envilecido por la ascendencia unas veces, siempre por el medio. La necesidad de vivir lo hace desvergonzado y sin escrúpulos… pero a pesar del hambre y los fracasos no quisiera ser otra cosa que lo que es, no cambiaría su libre y despreocupada existencia por una sedentariedad honorable, a cambio de una cama y un techo”.   LUDWIG PFANDL.

19 de septiembre de 2018

4° FUENTEOVEJUNA. LOPE DE VEGA. ACTO III PARLAMENTO DE LAURENCIA

FUENTEOVEJUNA. LOPE DE VEGA.
ACTO III. FRAGMENTO.

 PARLAMENTO DE LAURENCIA 

ESTEBAN: ¡Hija mía!
LAURENCIA: No me nombres
 tu hija.
ESTEBAN: ¿Por qué, mis ojos?
 ¿Por qué?
LAURENCIA: Por muchas razones,
 y sean las principales:
 porque dejas que me roben
 tiranos sin que me vengues,
 traidores sin que me cobres.
 Aún no era yo de Frondoso,
 para que digas que tome,
 como marido, venganza;
 que aquí por tu cuenta corre
 Llevóme de vuestros ojos
 a su casa Fernán Gómez;
 la oveja al lobo dejáis
 como cobardes pastores.
 ¿Qué dagas no vi en mi pecho?
 ¿Qué desatinos enormes,
 qué palabras, qué amenazas,
 y qué delitos atroces,
 por rendir mi castidad
 a sus apetitos torpes?
 Mis cabellos ¿no lo dicen?
 ¿No se ven aquí los golpes
 de la sangre y las señales?
 ¿Vosotros sois hombres nobles?
 ¿Vosotros padres y deudos?
 ¿Vosotros, que no se os rompen
 las entrañas de dolor,
 de verme en tantos dolores?
 Ovejas sois, bien lo dice
 de Fuenteovejuna el hombre.
 Dadme unas armas a mí
 pues sois piedras, pues sois tigres...
 --Tigres no, porque feroces
 siguen quien roba sus hijos,
 matando los cazadores
 antes que entren por el mar
 y pos sus ondas se arrojen.
 Liebres cobardes nacistes;
 bárbaros sois, no españoles.
 Gallinas, ¡vuestras mujeres
 sufrís que otros hombres gocen!
 Poneos ruecas en la cinta.
 ¿Para qué os ceñís estoques?
 ¡Vive Dios, que he de trazar
 que solas mujeres cobren
 la honra de estos tiranos,
 la sangre de estos traidores,
 y que os han de tirar piedras,
 hilanderas, maricones,
 amujerados, cobardes,
 y que mañana os adornen
 nuestras tocas y basquiñas,
 solimanes y colores!
 A Frondoso quiere ya,
 sin sentencia, sin pregones,
 colgar el comendador
 del almena de una torre;
 de todos hará lo mismo;
 y yo me huelgo, medio-hombres,
 por que quede sin mujeres
 esta villa honrada, y torne
 aquel siglo de amazonas,
 eterno espanto del orbe.
ESTEBAN: Yo, hija, no soy de aquellos
 que permiten que los nombres
 con esos títulos viles.
 Iré solo, si se pone
 todo el mundo contra mí.
JUAN ROJO: Y yo, por más que me asombre
 la grandeza del contrario.
REGIDOR: ¡Muramos todos!
BARRILDO: Descoge
 un lienzo al viento en un palo,
 y mueran estos enormes.
JUAN ROJO: ¿Qué orden pensáis tener?
MENGO: Ir a matarle sin orden.
 Juntad el pueblo a una voz;
 que todos están conformes
 en que los tiranos mueran.
ESTEBAN: Tomad espadas, lanzones,
 ballestas, chuzos y palos.
MENGO: ¡Los reyes nuestros señores
 vivan!
TODOS: ¡Vivan muchos años!
MENGO: ¡Mueran tiranos traidores!
TODOS: ¡Tiranos traidores, mueran!
Vanse todos
LAURENCIA: Caminad, que el cielo os oye.
 ¡Ah, mujeres de la villa!
 ¡Acudid, por que se cobre
 vuestro honor, acudid, todas!
Salen PASCUALA, JACINTA y otras mujeres
PASCUALA: ¿Qué es esto? ¿De qué das voces?
LAURENCIA: ¿No veis cómo todos van
 a matar a Fernán Gómez,
 y nombres, mozos y muchachos
 furiosos al hecho corren?
 ¿Será bien que solos ellos
 de esta hazaña el honor gocen?
 Pues no son de las mujeres
 sus agravios los menores.
JACINTA: Di, pues, ¿qué es lo que pretendes?
FRAGMENTO.

4°4 El tema del honor y la honra en el Cid. Artículo

EL HONOR EN EL POEMA DE MÍO CID H O N O R I N T H E P O E M O F T H E C I D 

                                                                  Federico García Larraín
 Universidad Católica de la Santísima Concepción Departamento de Filosofía Alonso de Ribera 2850 Concepción Chile fedgarcia@ucsc.cl Resumen En este estudio se analiza el uso que se da a al término honor en el Poema de Mío Cid, en relación a la realidad social del Cid Campeador. Se intenta mostrar que el honor, si bien tiene un significado primario relacionado con bienes materiales, principalmente tierras, va más allá de eso. Constituye este un bien intangible más importante que la vida, además de poder ganarse, aumentarse, perderse y compartirse. Palabras claves: Poema de Mío Cid, Cid Campeador, Honor, Sociedad del Honor, Reconquista. REVISTA DE HUMANIDADES Nº30 (JULIO-DICIEMBRE
 Abstract In this paper the uses of the word honor in the Poem of the Cid are examined, in relation to the social reality of the Cid. It intends to show that honor, even though it has a primary meaning of material possessions, mainly land, goes further than that, being an immaterial good, more important than life itself, and it can be won, increased, lost and shared. Key words: Poem of the Cid, the Cid, Honor, Society of Honor, Spanish Reconquista. Recibido: 10/01/2014
Aceptado: 18/06/2014 1

. El contexto histórico del poema del Mío Cid El Poema de Mío Cid es un cantar de gesta español que relata las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Rodrigo Díaz de Vivar nació cerca de Burgos a mediados del s. XI y sirvió a Sancho II de Castilla y luego a Alfonso VI de Castilla y León. Tras un desencuentro con su soberano, partió al exilio y pasó a servir al rey musulmán de Zaragoza. Hacia el año 1086, Rodrigo Díaz se reconcilió con Alfonso VI, pero luego volvió a incurrir en la ira del rey. Desterrado nuevamente, salió de tierras cristianas y conquistó Valencia, donde murió en paz el año 1099 (Fletcher 107-185). El Cid, como figura histórica, fue muy importante al poco tiempo de haber muerto (Campbell 6). Puede notarse que la crónica narrada en la historia del Cid, la Historia Roderici (c. 1125), es una de las primeras biografías que cuenta la vida de un laico que no sea un rey o un santo (Barton y Fletcher, 2000: 90). Además, el Poema (c.1200) es la primera obra extensa de la narrativa española en lengua romance. Es también el único poema épico español que se conserva casi por completo. La composición del Poema de Mío Cid¸ como el Cid mismo, se enmarca en la España de la Reconquista, una sociedad compleja, dividida FEDERICO GARCÍA LARRAÍN · EL HONOR EN EL POEMA DE MÍO CID · 99 en reinos independientes. El Cid de la realidad histórica no coincide plenamente con el del Poema, sujeto al ideal de caballero cristiano, fiel a su señor. Esta diferencia entre ambos puede deberse a motivos puramente literarios, como a necesidades políticas y militares de la época: un héroe cristiano serviría de modelo e impulso en la Reconquista (Linehan 47). Desde esta perspectiva, resulta interesante investigar el concepto del honor, como un aspecto del Poema relevante en la sociedad de la época en que fue escrito. 2. La importancia del honor en el Poema del Mío Cid Distintos autores discuten el lugar que ocupa el honor en el Poema de Mío Cid. Pedro Salinas dice en su ensayo “El Cantar de Mío Cid, Poema de la Honra” (42) que el tema principal del Cid es el honor, mientras que Colin Smith afirma que el Poema trata principalmente del derecho (Estudios cidianos 65). Sea o no el tema principal, el honor es sin duda importante en esta obra; a lo largo de la misma hay setenta referencias al honor, la honra y la deshonra. Aunque las posiciones de autores como Salinas y Smith son diferentes, no son totalmente opuestas, ya que honor y derecho son conceptos relacionados, tanto en la realidad como en el Poema. Esto se ve en el final de las Cortes de Toledo, cuando el honor del Cid es, en parte, restituido por el derecho. 3. El concepto de honor en el Poema del Mío Cid No es fácil definir con exactitud en qué consiste el honor. En el presente estudio se intentará aclarar dicho concepto, según como aparece en el Poema de Mío Cid. Las palabras usadas para referirse al honor son “onor”, “ondra” y “ondrança”; y para referirse a la deshonra, “biltança”. En el glosario al final de su edición del Poema, Smith define “onor” como “heredades”, “feudos”, “tierras”; y “ondrança” como “honra”, que sería 100 · REVISTA DE HUMANIDADES Nº30 (JULIO-DICIEMBRE 2014): 97-108 equivalente a “ondra”. El adjetivo “ondrado” es entendido como “digno”, “honrado”, “bueno”, “excelente”, “espléndido”. Además, en la introducción al Poema, menciona que en tiempos del Cid los conceptos de “onor” y “ondra” no estaban diferenciados (82). Sin embargo, la lectura del Poema de Mío Cid indica que “onor” tiene un significado más amplio que “heredades”, “feudos”, “tierras”. Smith no define “ondra” en su glosario, pero el concepto de la honra, como se ve en la lectura del Poema, está ligado al concepto del honor. Hay muchas referencias al honor en el Poema, a través de diferentes palabras. El significado de ellas varía según el contexto en que son usadas y no todas se refieren al honor como algo relacionado a la fama o a la virtud, que es una de las acepciones más corrientes. Por ejemplo, en los versos 289, 887 y 2565, “onor” es usado en el sentido de tierras o heredades, como indica Smith, y como también nota Pavlovic (Textos épicos castellanos 104-106). Se distingue el honor personal, público y también el honor en cuanto posesiones materiales de la persona. Estas posesiones materiales, indica Fuentes (163), pueden tener también un valor simbólico, que remiten a los otros significados de honor. Esto puede verse en los versos 1888, 1905, 1934, 2198, 2495: el uso de “onor” y “ondra” es algo ambiguo, no está claro si el poeta se refiere a tierras o a algún bien intangible como la fama. El verso 3413 (“ca creçe vos i ondra e tierra e onor”) es más interesante, ya que se puede suponer que el autor del Poema hace una distinción entre “tierra”, “ondra” y “onor” al usar tres palabras diferentes, aunque también podría estarse repitiendo. Si se comparan los versos 2015 (“recibir lo salen, con tan grand onor”) y 3111 (“a grand ondra lo reciben, al que en buena ora naçio”), se puede ver que “onor” y “ondra” pueden ser equivalentes. Las circunstancias en que se usan “onor” y “ondra” son las mismas: el rey don Alfonso saliendo a recibir al Cid. El adjetivo “ondrado”, u “ondrada” según sea el caso, lo usa el Cid para referirse a su mujer, doña Jimena (“mugier ondrada”) en los versos 1604, 1647, 2187. También lo usan el poeta y algunos personajes para referirse al Cid y al rey don Alfonso. Al comienzo del Poema, lo usa el judío Rachel pidiendo al Cid que le obsequie con “una piel vermeja morisca e FEDERICO GARCÍA LARRAÍN · EL HONOR EN EL POEMA DE MÍO CID · 101 ondrada” (verso 179). En este último ejemplo, el adjetivo obviamente no significa lo mismo que en los casos anteriores, sino que hace referencia a la fama u honra que recibirá quien use dicha piel. De todos los usos de “onor” y “ondra”, el que resalta, más allá de tierras y heredades, es el honor concebido como un bien espiritual que debe defenderse y aumentarse, que puede perderse, incluso por las acciones de otros, y en esto es de alguna manera diferente a la sola reputación o buen nombre. Existe un honor personal, pero, al ser un bien participado, se extiende al ámbito familiar, como se ve en el episodio de la Afrenta de Corpes y como nota Montaner (29) al refererirse a la presencia simbólica del Cid en sus seguidores, y cómo al ser estos honrados, lo es también el Cid. En los versos 14 y 14b del Poema, el Cid le dice a Álvar Fañez: albricia Alvar Fañez ca echados somos de tierra mas a grand ondra tornaremos a Castiella El verso 14b es una reconstrucción de Ramón Menéndez Pidal, y no está presente en la edición de Smith. Suponiendo que esta reconstrucción de Menéndez Pidal es correcta, se puede decir que al ser desterrado, el Cid ha perdido algo y espera recuperarlo. El Cid dice que volverá a Castilla con más “ondra”, pero no es claro en qué consiste exactamente ello. En el Poema de Mío Cid, el honor, como dice Smith, no tiene un matiz sexual (cómo en los dramas de Calderón de la Barca, o algunas historias de las Mil y una Noches), sino más bien se refiere al rango o posición social (Poema del Mío Cid 82). Se puede agregar que está también relacionado con el orgullo de cada persona. Gustavo Correa analiza el honor desde la perspectiva de las relaciones señor-vasallo entre el Cid y el rey don Alfonso (1952). Su tesis es que, dado que el honor proviene del rey, el Cid recupera su honra perdida, gradualmente a medida que, poco a poco, recupera el amor del rey. Al final del Poema, el Cid alcanza tal honra que supera al rey, y es él quien hace entrega de ella en vez de Alfonso su señor (verso 3725: “a todos alcalnça la honra del que en buena hora naçio”). 102 · REVISTA DE HUMANIDADES Nº30 (JULIO-DICIEMBRE 2014): 97-108 Sin embargo, Correa no define qué es el honor. En su argumento, la primera referencia al honor (o a la honra, considerando ambos términos equivalentes), está en el destierro del Cid. El Cid, al perder el amor del rey, al incurrir en la ira regia, pierde también tierras, bienes muebles y honra, como menciona María Eugenia Lacarra (14-16). Respecto de Correa, se puede notar, sin embargo, que ciertas acciones que ocurren en el Poema no están dentro de la relación señor-vasallo entre el rey Alfonso y el Cid, por lo que pueden ayudar a ampliar y comprender mejor el concepto del honor. Un episodio que puede resultar iluminador es la derrota del Conde de Barcelona por el Cid y la conducta de ambos adversarios (versos 1000- 1075). El Conde, humillado por haber sido vencido y hecho prisionero por el Cid, se niega a comer pese a la insistencia de este: quiere morir. El Conde don Remont Verengel pronuncia unas líneas muy interesantes en los versos 1021 al 1023: Non combre un bocado por quanta ha en toda España, Antes perdere el cuerpo e dexare el alma Pues tales malcalçados me vençieron de batalla. Es claro que la humillación, la deshonra de haber perdido la batalla, es peor que la muerte. El honor, en este caso, es un bien muy querido y muy similar al orgullo personal, va más allá del solo buen nombre de una persona, y es claramente el bien más importante que se puede poseer. El Cid, sin embargo, no quiere la humillación de don Remont Verengel, y no toma su triunfo como algo personal en contra de este. El Cid necesita del botín para sobrevivir, nada más (versos 1041-1045). El Cid anima al Conde a que coma y a que no se sienta ofendido. A cambio de que coma, don Ramón lleva tres días sin probar bocado, el Cid promete al Conde su libertad, la de dos de sus vasallos y lo ayuda. El Conde de Barcelona, maravillado con la magnanimidad del Cid, asiente y ambos caballeros parten en amistad (versos 1049-1076). FEDERICO GARCÍA LARRAÍN · EL HONOR EN EL POEMA DE MÍO CID · 103 Se pueden discernir aquí dos elementos del honor, uno por parte del sujeto a quien la honra se refiere y otro por parte de quien la da y quita. El Conde se siente deshonrado, aun cuando el Cid no tenía esa intención al vencerlo. La batalla no tenía un carácter de enfrentamiento personal (a diferencia de los duelos al final del Poema). El ser derrotado en el campo de batalla trae consigo deshonra y, por tanto, el Conde se siente humillado y quiere morir, pues es mejor no vivir que vivir en deshonra. Este gesto muestra al Conde como un personaje orgulloso, pero a la vez noble, en tanto la vida no es para él un bien supremo. Sin embargo, el Cid no quiere la destrucción del Conde ni quiere directamente su deshonra. Podría decirse que el Cid, al animar a don Remont a que coma, a que viva, le dice que no todo está perdido, restituyéndole el honor. Sin embargo, como nos dice el Poeta en el verso 1011 (“i bencio esta batalla por o ondro su barba”), el Cid se honró en esta batalla y don Remont quedó en un plano inferior. Otro elemento recurrente en el Poema, relacionado con el honor, que se puede notar en este episodio, es el de la barba. Además del verso 1011, hay en el Poema al menos veinte referencias a la barba. Menéndez Pidal dice que mesar la barba al adversario era un insulto gravísimo y causaba enemistad perpetua (260). Lacarra nota que el castigo por mesar la barba era equivalente al castigo dado al que castraba a otro (91). Esto es mencionado en relación a la ocasión, anterior al destierro, en la que el Cid mesó la barba al Conde de Nájera. La barba es en el Poema un símbolo del honor personal y cualquier insulto a ella es muy grave, porque el honor es un bien más preciado que la vida. El Cid, siendo un personaje muy honrado, tiene una larga barba que nadie ha mesado (verso 3186), y que simboliza su gran honor. Smith indica que este rasgo era en la Edad Media un símbolo de virilidad, honor y autoridad (Estudios citadinos 261). Al final del primer Cantar del Poema se puede ver, además del tema de la barba, otro elemento a nuestro parecer muy importante: cómo se honró el Cid. Ello se produjo por medio de acciones concretas, en este caso, venciendo una batalla. Si las batallas son de cristianos contra cristianos, los vencidos pierden honor. Si son contra moros, el vencedor es honrado por 104 · REVISTA DE HUMANIDADES Nº30 (JULIO-DICIEMBRE 2014): 97-108 sus acciones, pero no se menciona que los moros sean deshonrados, pues no forman parte de la “sociedad de la honra” de la cual habla Salinas (35). El Cid va recuperando su honra (el favor del rey, en este caso) poco a poco, a medida que obtiene victorias en territorio de Moros, hasta que finalmente es perdonado por el rey a orillas del río Tajo. En este episodio, el Cid se humilla ante su señor (versos 2021 a 2024): los inojos e las manos en tierras los finco, las yerbas del campo a dientes las tomo lorando de los ojos, tanto avie el gozo mayor ai sabe dar omildança a Alfonsso so señor. Este episodio se puede comparar con aquel, en el cual el líder Normando Rollón, al jurar fidelidad al rey de Francia se negó a besarle el pie. Ordenó a uno de sus hombres a que lo hiciera en su lugar, quien sin inclinarse, tomó el pie del rey y lo besó, mientras el rey de Francia caía de espaldas (Holden 54). Para Rollón, humillarse ante el rey era algo impensable, ya que iba en contra de su orgullo, de su honor. Pero el Cid es buen vasallo, como menciona el Poema (verso 20: “¡Dios, que buen vassalo! ¡Si oviesse buen señor!”), y humillarse ante su señor no le quita honor, al contrario, es una virtud, pues es el rey quien da honor. Salinas dice que “el rey es la cabeza de esa sociedad de la honra; él da y quita honor, él pone y depone honrados . . . Aunque las gentes vayan devolviendo al Cid su buena opinión, aún sigue su persona incompleta dentro del orden del honor, mientras el rey que le condenó a perderlo no se lo restituya públicamente” (35) Correa indica también que los hechos del Cid son “hechos gloriosos que por sí solos son creadores de honra pero que únicamente cobran su significado esencial en nuestro Poema en la medida del acercamiento del Cid al soberano” (198). El rey perdona al Cid en el verso 2034 (“Aqui vos perdono e dovos mi amor”) y el Cid recupera su honra perdida al comienzo del Poema, o mejor dicho, la honra ganada en sus hechos de armas es legitimada por el rey. Cuando el Cid es reintegrado a la sociedad (cuando el vínculo vasallo-señor es rehecho), también lo es su honra. FEDERICO GARCÍA LARRAÍN · EL HONOR EN EL POEMA DE MÍO CID · 105 4. Otros elementos del honor en el Poema de Mío Cid Los anti-héroes del Poema, los enemigos del Cid, tienen un concepto diferente de la honra. Para los Infantes de Carrión la honra es algo heredado, basado en la sangre, en la alcurnia. Esta concepción del honor no es completamente errónea, ya que, como se verá más adelante, la honra se comparte y transmite a los miembros de la sociedad. Pero está claro que alcurnia no basta. Los Infantes de Carrión son miembros de una familia importante (Lacarra 141), no son infanzones como el Cid, pero no tienen nada más de que jactarse. Es más, están llenos de vicios: son cobardes, como queda comprobado en el episodio del león (versos 2280 a 2310) y en algunos otros; son traidores, pues planean la muerte del moro Avengalbón, amigo del Cid, quien les escoltó en el camino a Carrión; y son codiciosos, ya que desean la muerte del Moro para obtener sus riquezas (versos 2659 a 2664), y se casan con doña Elvira y doña Sol, hijas del Cid, con miras a aumentar su fortuna. Son la más completa antítesis del Cid, contrastan con su valor, lealtad y generosidad. No obstante, ellos se consideran superiores por su alcurnia (versos 3296 a 3300): ¡De natura somos de condes de Carrion! Deviemos casar con fijas de reyes o de enperadores Ca no perteneçien fijas de infançones. Por que las dexamos derecho fiziemos nos; Mas nos preciamos sabet, que menos no. Aún así, el poeta nos hace ver muy claramente que la honra del Cid es más alta que la de los Infantes. Es más, al final del Poema los enemigos del Cid quedan deshonrados. Las palabras y acciones de estos personajes tan viles pueden ayudar a discernir mejor algunas características del honor en el Poema de Mío Cid. Como se dijo anteriormente, la honra proveniente de la alcurnia no vale si no hay hechos honrosos, y se pierde con los vicios. También se puede notar que si la honra del Cid crece, la de sus enemigos disminuye, en las palabras del Conde don García ¡Maravilla es del Çid, que su ondra creçe tanto! En la ondra que el ha nos seremos abiltados. Esta honra, a la que se refiere el Conde de Nájera, está en directa relación con el favor del rey; si el Cid es favorecido por este sus enemigos serán deshonrados. Parece ser que no hay honra para todos en igual medida, lo cual es lógico, pues si se considera la honra en relación a la fama, es muy difícil que haya dos hombres igualmente famosos (u honrados): uno siempre excederá al otro. Se puede notar que los enemigos del Cid también son capaces de insultar al héroe de manera tal que le manchan su honra. Tal es el conocido episodio de la Afrenta de Corpes, en el Tercer Cantar. Podemos ver aquí también cómo se comparte la honra: las hijas del Cid fueron maltratadas por los Infantes de Carrión, sus esposos, pero es el Cid quien es insultado por esto, y el rey es también deshonrado, pues él aconsejó el mal acabado matrimonio (en el verso 2950 el Cid le dice al rey: “tienes por desondrado, pero la vuestra es mayor”). También son deshonrados quienes forman parte del séquito del Cid, especialmente sus sobrinos. El Cid recupera su honra primero en un juicio (las Cortes de Toledo) y también en los duelos al final del Poema. Si bien en el juicio el rey hizo justicia al Cid, este es un guerrero y no un jurista, por lo cual debe limpiar su honor definitivamente con un combate. Lacarra indica que “el riebto (reto) es la solución legal a los problemas planteados por el ataque a la honra o al honor” (79). A diferencia del Conde de Barcelona, los de Carrión prefieren escapar con vida, y se rinden ante los campeones del Cid (que habían dicho a su señor en el verso 3529: “¡Podedes oir de muertos ca de vençidos no!”). Después de recuperado el honor, el Poeta no relata otras hazañas del Cid, dice, en el verso 3725 que “a todos alcança ondra por el que en buena ora naçio”, y después informa de su muerte (versos 3726 - 3728). Una vez recuperada y aumentada su honra, al Cid no le queda nada más que hacer en esta vida y muere. · 107 En el verso 3725 se ve una vez más cómo la honra se puede comunicar a quienes son parte de la sociedad y cómo, en palabras de Correa, “el Cid es colocado a la par del personaje más honrado de la tierra”, en vista de que “el emperador se hallaba en el plano mas alto y era superior en atributos de honra a todos los hombres de la tierra” (188). Se puede ver “una escala más en el engrandecimiento del Cid, lo vemos a éste en los versos finales del Poema convertido en principio inmanente de honra. De él emana honra que cobija a todos los hombres de su pueblo” (199). 5. Conclusiones Como conclusión se puede decir, primero, que aun si el honor no es el tema principal del Poema de Mío Cid, es de gran importancia. El Cid comienza deshonrado, y muere en la más alta honra imaginable. Hay referencias al honor y la honra a lo largo de todo el Poema. En segundo lugar, podemos decir que el honor en el Poema de Mío Cid, es una posesión, (que podría caracterizarse como espiritual) tan real como las tierras y otros bienes materiales, y como éstos, no lo hay en igual medida para todos. Además, es la posesión más importante: vale más que la vida. El honor está relacionado con la reputación de la persona, (y por lo tanto con su fama) y por eso depende en varias formas de los demás (es algo social), pero en primer lugar depende del rey, que como “cabeza de la sociedad de la honra” (Salinas 35) lo da y quita. En la misma línea se puede notar que el honor de una persona se comunica a quienes le son cercanos. El honor se puede perder o manchar por insultos de distinta gravedad, por lo que éstos deben ser vengados. Finalmente, como se ha dicho anteriormente, el honor se comparte, pero resalta el Poema, más que nada, que el honor se gana. Sólo los hechos heroicos dan honor (sin ellos la alcurnia nada vale), y es el rey quien confirma el honor ganado en hazañas épicas. Sin duda que dejar estas cosas en claro era de vital importancia en una sociedad en guerra y tendiente a la fragmentación, como lo era la de los reinos españoles en la Reconquista.